La medicina, a través de la historia, ha desarrollado cuatro formas de curación. Se cura por la física –el calor, el frío, las radiaciones, etc.-; se cura por la química –desde las plantas medicinales a los fármacos sintéticos-; se cura por la cirugía –desde el bisturí más elemental al sofisticado sistema robótico DaVinci- y se cura por último, pero no en último lugar, por medio de la voz y la palabra.
Habitualmente utilizamos la palabra para comunicarnos con los demás. Sin embargo, cerca del 70 % de lo que comunicamos se realiza de forma no verbal. Mientras que la palabra expresa una idea de forma voluntaria –elegimos usar una palabra u otra-, el lenguaje corporal expresa la idea de forma automática o subconsciente –nos tocamos la nariz, movemos una pierna o nos cruzamos de brazos involuntariamente-.
La palabra es el medio consciente que utilizamos los seres humanos para manifestar nuestros propios e íntimos pensamientos. Hablamos porque elegimos hacerlo. No es lógico que nos sorprendamos hablando solos, siempre que lo hacemos es porque queremos que alguien nos escuche.
Como el habla del ser humano es consciente, podemos elegir lo que queremos expresar. Ya sea algo muy real o la más ingeniosa de todas nuestras mentiras. Y mentimos con frecuencia. Bien por inseguridad, por vergüenza, por maldad, etc, los seres humanos mentimos una media de 2 o 3 veces diarias.
CÓMO CAPTAR UNA MENTIRA
En ocasiones, los terapeutas podemos realizar alguna pregunta que incomode o ponga a prueba a nuestro paciente “¿has hecho los ejercicios que te propuse?, ¿sueles hacer actividad física?”, o a la inversa, el paciente puede preguntar algo al terapeuta que pueda no saber o no querer contestar, ¿me curaré? ¿es normal lo que me pasa? La mitad de los pacientes mienten a sus terapeutas y las mentiras más comunes son sobre la adherencia al tratamiento, la práctica de ejercicio y los hábitos alimenticios.
Existen 23 señales verbales y corporales que evidencian una mentira. Tocarse la nariz es el indicio más interesante. La nariz está compuesta por tejidos eréctiles como el pene, por lo que se llena de sangre cuando mentimos. Por ello, quienes mienten suelen tocarse la nariz, porque están incómodos con la sangre que fluye a esa zona; en este caso, se habla del “efecto pinocho”.
CÓMO CAPTAR EL DESEO DE MARCHARSE
Como terapeuta puede ser que te alargues en tus explicaciones o simplemente el interrogatorio sea demasiado extenso y pesado. O quizás, tu paciente tenga prisa y se le esté haciendo demasiado larga la sesión de terapia. Sea por lo que sea, imagina que tu paciente no está cómodo y quiere levantarse.
Al tener el deseo de huir, los vasos sanguíneos de la extremidad inferior se dilatan y tu cerebro envía más sangre a tus piernas. Ésto te genera un micropicor que dura entorno a 5 segundos, en los cuales te arrascas para sentirte aliviado. Los micropicores –me pica- generan microgestos –me arrasco- originados por un deseo –quiero irme-, del que en algunas ocasiones, no somos ni conscientes. Es decir, puede ser que te arrasques la pierna y que todavía no seas consciente de que te estás aburriendo. Cuanto más lejos está la zona corporal del cerebro más difícil le resulta a éste controlarla, por ello, son muchas las personas que mientras están sentados mueven repetidamente el pie debido a un deseo de levantarse.
CÓMO CAPTAR UNA VERDAD MIRANDO A LOS OJOS
Por un lado, tenemos la memoria, y por otro lado la imaginación. Normalmente, cuando realizamos una pregunta a nuestro paciente y éste intenta recordar girará sus ojos hacia la izquierda. Si por el contrario, el paciente se inventa una respuesta accederá, a la región del cerebro que se ocupa de la creatividad y del ingenio y, normalmente, los ojos se desviarán hacia la derecha. Es cierto que estos giros oculares no son iguales en todas las personas. Es necesario detectar previamente los movimientos de los ojos cuando sabemos que la persona está diciendo la verdad y cuando no, para así conocer lo que se llama el “patrón de movimiento ocular”.
Existen muchos gestos que pueden delatarnos y supone simplificar demasiado el hecho de relacionar un solo gesto con una sola emoción. Será la detección de un conjunto de expresiones la que nos hará intuir sobre lo que está pensando y sintiendo la persona que tenemos en frente. Sin embargo, el estudio del lenguaje corporal supone una baza importante para orientar nuestras sesiones y conectar de la mejor forma posible con nuestro paciente.
EN ESTE ARTÍCULO HEMOS APRENDIDO QUE:
- El 70 % de nuestros pensamientos y emociones las expresamos de forma no verbal.
- La suma de microgestos, como los movimientos oculares o los micropicores, nos orientan a descifrar las emociones que a veces no queremos manifestar en forma de palabras.
- Tanto la fluidez verbal como el lenguaje no verbal se pueden entrenar. Un terapeuta puede aprender a reconocer los microgestos de su paciente y a utilizar el lenguaje corporal para orientar de forma adecuada el tratamiento.
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