Mucho más allá del placer y el relax que pueda provocar, tomar un masaje es fundamental para reconectar con el cuerpo.
La vorágine del día a día, las ocupaciones y preocupaciones cotidianas así como el cúmulo de pensamientos que nos llevan permanentemente del pasado al futuro (lo que hicimos o no hicimos, lo que tenemos que hacer), contribuyen a que cuerpo y mente se vayan separando en la conciencia de la persona, y la percepción del propio cuerpo puede ser cada vez más difusa.
En este sentido, el masaje le permite, a la persona que lo toma, reconectarse con su piel, sus músculos, sus articulaciones, sus dolores, el placer que genera el contacto. Y esta posibilidad que brinda el masaje no es solo para los adultos: en el masaje para bebés conocido como Shantala, se consigue una gran comunicación entre el que masajea y el niño y además le permite al pequeño ir registrando su propio cuerpo, su piel y sus límites a partir de los toques.
El autoconocimiento que permite el masaje puede ser, además, preventivo: por un lado, puede haber un dolor o una particularidad del cuerpo que no se ha registrado y que requiera hacer una visita al médico; por otro lado, si una persona se da cuenta de que está demasiado estresada y escucha las necesidades de su cuerpo puede hacer cambios para estar mejor, como bajar el ritmo de trabajo o iniciar una actividad física.
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