Los pies una parte de nuestro cuerpo que merece atención es el punto en que experimentamos muestro contacto con el terreno que nos sostiene.
Además, desde el punto de vista de los músculos y los huesos, es una pieza muy
delicada y compleja conformada por una variada cantidad de huesos distintos.
En la planta del pie se encuentran concentradas, literalmente,
miles de terminaciones nerviosas cuyos extremos opuestos están situados en todo el resto del
Cuerpo. Así podemos considerar el pie como un “plano” de todo el organismo
Un buen masaje de pies proporciona numerosos beneficios, no sólo a las propias extremidades, sino a todo nuestro organismo.
- Mejora la circulación sanguínea
- Alivia la tensión
- Estimula el drenaje linfático
- Relaja
- etc
PREVIO AL MASAJE
Calentamos nuestras manos para no trasmitir frío al realizar el masaje, para ello podemos desde frotar nuestras manos las unas con las otras o utilizar aguja caliente entre otros métodos.
Posición cómoda para el paciente y para nosotros, intentaremos crear el el mejor ambiente posible, con música y luz suave con el fin de lograr la relajación y potenciar los efectos del masaje.
Intentaremos no masajear la piel en seco, lo ideal es usar aceite o loción que ayude al desplazamiento de las manos durante el masaje. Evitar aplicar el aceite frio es interesante que este un poco caliente, basta con el calor de nuestra manos al frotarlo para que alcance una temperatura buena.
Remojar los pies en agua caliente durante 5 a 10 minutos. Esto ayudará a limpiar y calentar los pies. Seque los pies con una toalla caliente. Se puede añadir alguna esencia por si queremos tener olor en el lavado.
El masaje debe ser firme pero no doloroso, de modo que si se notan molestias en una zona no se debe insistir.
PASOS
Recostamos al masajeado de manera cómoda y apoyamos sus pies en nuestro regazo.
Cogemos el pie con los pulgares encima y los otros dedos debajo. Deslizamos las manos en el pie desde los dedos hasta el tobillo
Tomamos la punta del pie con una mano y colocamos la otra mano sobre el talón como apoyo. Doblamos el pie para arriba ejerciendo un poco de fuerza. Después estiramos hacia abajo haciendo fuerza en el centro del pie.
Levantamos el pie con una mano y con la otra movemos el pie de forma rotativa de izquierda a derecha y viceversa.
Usando los dedos índice y medio presionamos con movimientos circulares el área del tobillo.
Masajeamos cada uno de los dedos del pie usando los dedos pulgar e índice. Rotamos cada dedo del pie en ambas direcciones y suavemente estíralo.
Masajeamos la planta del pie haciendo círculos firmes con los pulgares.
Apoyamos el pie en una mano y aplicamos el masaje subiendo con presión firme desde los dedos hasta el tobillo.
Al final del masaje con una mano elevamos el pie, con la otra empujamos el pie hacia adentro (en dirección a la pierna).
Repetimos esta operación en el otro pie.
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