Cuando se hace referencia al término “movilización” en el ámbito de las técnicas manuales para el aparato locomotor, se está describiendo a los movimientos que representan la aplicación de una o varias fuerzas, a través de planos rotatorios o de traslación, para conseguir un mayor movimiento articular.
El concepto de “movilidad articular” hace referencia a la capacidad de mover una articulación en su máximo arco o rango de movimiento (abreviadamente, en inglés, ROM –Range of Motion-). Se refiere a los grandes movimientos, a los visibles, los que todos conocemos, los grandes movimientos de las articulaciones. Por ejemplo, la rodilla se mueve en flexión y extensión con grados amplios de movimiento, se mueve además con amplios grados de rotación externa e interna. Son lo que llamamos los macro-movimientos.
Cada articulación posee un grado de movilidad propio, específico, por lo que su valoración se realiza de forma aislada, y comparándola con su homónima del otro lado. Además, dicha movilidad dependerá de múltiples factores individuales, como: Edad -con el paso del tiempo se va perdiendo-, género -las mujeres suelen tener mayor grado de movilidad articular-, daños, -por lesiones anteriores-, etc.
Sin embargo, además de los movimientos “naturales” permitidos por las superficies y cápsulas articulares y los ligamentos; las articulaciones tienen otros movimientos, mucho más pequeños,en los que las cápsulas y los ligamentos se estiran ligeramente cuando “movilizamos” los extremos óseos de la articulación, en traslación, rotación o inclinación.
Estos pequeños movimientos, que llamamos “micromovimientos” son casi inobservables pero que, en la rodilla por ejemplo, pueden hacer un varo-valgo o deslizamiento anterior o posterior. Las movilizaciones articulares tienen diferentes barreras o topes al movimiento: tope fisiológico (límite hasta donde se puede mover de forma activa una articulación); tope anatómico (tras superar el tope fisiológico la articulación puede moverse pasivamente); y tope patológico (si una articulación padece un trastorno funcional y ve reducido su arco de movimiento, el límite del movimiento, así reducido, es el tope patológico, y su característica principal es que no es elástico).
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta respecto a estos pequeños movimientos es que unos dependen de otros: macromovimientos y micromovimientos forman parte del conjunto de la capacidad de movilidad de una articulación y unos no pueden existir sin otros. ¿Qué ocurre si por cicatrices o artrosis de la rodilla se limitan los micromovimientos? Pues… ¡la rodilla pierde movilidad en su conjunto!
Este razonamiento puede aplicarse a todas las articulaciones. Por eso las movilizaciones de un terapeuta o las automovilizaciones con torsiones y rodamientos sobre los huesos, presionando unos con otros en su unión, con el peso del cuerpo producen deslizamientos, torsiones y desplazamientos que liberan los micromovimientos de ajuste y facilitan la amplitud de los movimientos generales de la articulación.
Este movimiento se corresponde a un rango de movilidad que es mayor y va dirigido en varios sentidos de los que habitualmente conocemos como los movimientos mayores.
Criterios de aplicación
La movilización articular es la tracción pasiva y/o realización de movimientos de deslizamiento aplicados en las superficies articulares para mantener, mejorar o restaurar el juego normal articular permitido por la cápsula, de manera que puede llevarse a cabo el mecanismo de rodar-deslizar mientras el individuo se mueve. Consiste en la ejecución de movimientos, agarrando os extremos de los huesos muy cerca de las superficies articulares, repitiendo e insistiendo en la dirección en que el movimiento está limitado.
Los propósitos que se buscan aplicando la movilización articular son tan variados, como el criterio que empleemos:
Circulatorio: la movilización articular provoca un efecto de bombeo que libera las adherencias, aumenta del flujo arterial, el venoso y el linfático, lo que permite nutrir mejor los tejidos. Incrementa la circulación y la capacidad mecánica de los músculos.
Muscular: Se equilibra el tono muscular alrededor de la articulación. Por un efecto neurológico, ayudan a recuperar la fuerza muscular o permiten estirar un grupo muscular.
Nervioso: La repetición del movimiento articular hacia su anterior capacidad permite restituir la imagen motriz (propiocepción o autopercepción personal) y evita la pérdida del esquema corporal. Tratar los problemas neuromusculares propios de algunas enfermedades (Alzheimer, Parkinson….)
Óseo: Retrasan la pérdida de masa ósea.
Articular: Previenen e impide la evolución de espasticidad o rigidez articular.
Psicológico (Anímico): El movimiento nuevamente reconquistado nutre la moral del paciente, quien ve en los ejercicios un ánimo de recuperación. Favorecen y recuperan la autoestima tras secuelas de lesiones de importancia.
Sensaciones de tope en la movilización articular
Al realizar una movilización percibimos la sensación de los tejidos cuando llegan a su extremo de movimiento. Es lo que llamamos sensación de barrera, tope o resistencia que impide el movimiento en el extremo de la movilidad pasiva. Por lo general se encuentran tres tipos de tope final.
Movilidad normal: se caracteriza por que siempre es elástica y bilateralmente idéntica. La barrera puede clasificarse por sus diferentes cualidades en:
Suave: como en una flexión del codo, al contactar los vientres musculares)
Firme o fuerte: en la pronación / supinación del antebrazo hay una limitación elástica del movimiento a causa de las estructuras ligamentosas de la articulación radio-cubital
Dura: En la extensión del codo se da una limitación elástica del movimiento debido a las estructuras óseas y cartilaginosas.
Movilidad patológica: conlleva un cambio cualitativo de la movilidad articular y de la sensación de tope final de movimiento, por lo que encontraremos que será:
Dura en las alteraciones óseas
Duramente elástica en las cicatrices
No elástica en los bloqueos o en las contracturas.
Contraindicaciones
Es importante que la movilización pasiva nunca produzca dolor, por lo que es preciso seguir las contraindicaciones generales con respecto al uso de la terapia manual para no dañar los tejidos. Se citan las más significativas:
- Estado inflamatorio agudo
- Lesión ósea reciente o fragilidad ósea
- Lesiones recientes de los tejidos blandos
- Prótesis recientes o muy antiguas, etc…
- Desconocimiento de la prescripción o de la técnica a emplear
Normas de aplicación
Para que su empleo resulte beneficioso es preciso cumplir las siguientes normas de aplicación:
- El o los movimientos se exploran a partir de la posición anatómica o neutra.
- El ROM se emplea como referencia, pudiendo variar de una persona a otra. Y se compara con su articulación homónima.
- La mayoría de los gestos no son movimientos puros, sino las posibles combinaciones de los distintos tipos de movimientos.
- Se efectuaran siempre previo calentamiento de la zona.
- Deben realizarse con la mayor amplitud posible que permita el estado (cambiante) del paciente.
- Se respeta el rango cambiante de (su) movimiento articular
- No se sobrepasa el umbral del dolor. Ni se provoca dolor.
- Se realizan sin rebote final.
- Se realizan la movilización antagonista (p. ej.: flexión junto a extensión, una a continuación de la otra).
- En el caso de tratar a personas encamadas por enfermedad le iremos describiendo que parte del cuerpo estamos moviendo. En brazos y piernas, movilizamos en cada ejercicio el lado derecho y el izquierdo y después pasamos al ejercicio siguiente, nunca movilizar primero todo el lado derecho y después todo el izquierdo.
Clasificación
Las movilizaciones articulares se pueden clasificar, por lo general, en movilización articular pasiva o activa:
- Pasivas, las que realiza el terapeuta, sin ayuda del paciente
- Activas, las que realiza el paciente
Como se ha podido ver, los efectos y beneficios de las movilizaciones articulares es que alcanzan a muchas estructuras orgánicas más allá de las propias articulaciones. Pueden usarse en el calentamiento de un deportista o ser parte del tratamiento de una persona que permanece en cama por enfermedad, ya que los beneficios generados de su aplicación superan con mucho los problemas que pudiese llevar asociados su empleo.
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