jueves, 28 de mayo de 2015

Pies con forma de zapato



El pie es nuestro punto de apoyo con el suelo cuando estamos de pie o haciendo deporte. Su estructura esta diseñada para repartir el peso y amortiguar los impactos con el suelo.
La importancia del calzado:

Su mal funcionamiento puede ocasionar problemas no sólo en el pie, sino también en tobillo, rodilla, cadera o espalda. Se puede hacer una comparación con un juego de construcciones para niños. Imaginemos que construimos una torre en perfecto equilibrio. Entonces modificamos la pieza más inferior. Si queremos que la torre continúe en equilibrio deberemos compensarlo modificando las piezas de más arriba. El pie sería la pieza más inferior y cuando le ponemos un zapato que modifica su estructura estamos provocando una reacción en cadena de todo el cuerpo para mantener su equilibrio.


Elegir el calzado:


1. PROVAR EL PIE ENCIMA DEL ZAPATO:

Una primera prueba muy sencilla pero que casi nunca realizamos cuando queremos cambiar de zapatos es poner nuestro pie descalzo encima del zapato. Si nuestro pie sobrepasa los límites o no coincide con la forma del zapato ya podemos descartar esta opción, pues resulta evidente que modificaría la estructura y no permitiría un buen trabajo de nuestro pie.



2. EL MITO DEL TACÓN:

También vamos a desmentir un mito bastante extendido. Un poco de tacón es bueno. Totalmente falso. Nuestro pie está preparado para funcionar en sus condiciones normales, sin tacones añadidos. Imaginemos de nuevo nuestra construcción y qué pasaría si añadiésemos una cuña debajo de su pieza inferior. El uso repetido de tacón va a provocar un acortamiento de las estructuras posteriores de la pierna (músculos y ligamentos) y la interiorización de algunas estructuras óseas para adaptarse a la nueva situación. Estas dos situaciones nos limitan la capacidad de nuestro pie para doblarse hacia arriba (flexión dorsal). Por este motivo, gente que lleva muchos años con tacón en el zapato no toleran el calzado plano, pero esta es una necesidad que se han provocado ellos mismos con malas elecciones de su calzado, pero entonces en la actualidad se pueden considerar como pies patológicos que necesitan de tacón para funcionar, igual que una persona con un pie plano puede necesitar un soporte plantar (plantilla).


3. LA SUELA:


Otro parámetro a tener en cuenta es la rigidez de la suela. Cuando andamos, nuestros dedos se doblan hacia atrás como parte normal del movimiento. Si nuestro zapato limita este movimiento, otras articulaciones y tejidos deberán compensarlo, y esto nos va a provocar problemas en el futuro.


El calzado deportivo:

Los parámetros deberían ser los mismos, si bien es cierto que en algunos casos va a ser importante que protejan alguna estructura que tengamos más sensible o alterada, ya sea de nacimiento o por modificaciones que se producen a lo largo de nuestra vida. En ambos casos, puede resultar interesante consultar un buen profesional para conocer qué necesidades tenemos y qué calzado nos puede ir mejor. El podólogo y el Quiromasajista pueden ayudarte a prevenir dolores posteriores y a mejorar tu rendimiento deportivo.

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